Juan Carlos de la Llera, decano de la Facultad de Ingeniería UC y fundador y presidente de Sirve: “He sido muy persistente en lograr que la industria chilena produzca sus propios dispositivos”
El decano de Ingeniería UC, Juan Carlos de la Llera, conversó acerca de su sueño de “ver crecer las capacidades productivas del país”, sus innovaciones antisísmicas y las proyecciones de Sirve, su empresa.
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En 2003, los profesores de Ingeniería de la Universidad Católica (UC) Juan Carlos de la Llera y Carl Lüders fundaron Sirve, spin off de la casa de estudios que nació con el fin de diseñar dispositivos de protección ansísmica en el país. Este año crearon una alternativa de stock options (opciones sobre acciones) para trabajadores de la empresa, por lo que los ejecutivos Ignacio Vial y Michael Rendel se sumaron a la propiedad.
“La idea es que la empresa sea un ente que se mantenga en el tiempo, cuyos propietarios sean quienes trabajen en ella”, dice el presidente de Sirve y decano de la Facultad de Ingeniería de la UC, Juan Carlos de la Llera.
El terremoto de 2010 fue el evento que terminó por validar la calidad de sus tecnologías, tanto del aislamiento sísmico -para estructuras más masivas y pesadas como el Hospital Militar- como de los disipadores de energía -como para edificios más esbeltos, como la Torre Titanium-.
La reacción de sus estructuras a la catástrofe fue un “boom” para Sirve, lo que facilitó que hoy están trabajando en una decena de proyectos alrededor del mundo. En Chile, entre otros, participarán en la reconstrucción de la Basílica del Salvador, haciéndole nuevas fundaciones para protegerla de los sismos, y en el extranjero, están trabajando en uno de los edificios más grandes de Nueva Zelanda y en el Aeropuerto de Lima.
Sin embargo, De la Llera afirma que no han logrado tener la inversión necesaria para internacionalizarse y, aunque tuvieron una oficina en Perú, no han podido crecer afuera, opción a la que “están más que abiertos”.
–¿No han intentado hacer un levantamiento de capital?
–Estuvimos a punto de concretar capital con una empresa alemana muy relevante a nivel mundial y se detuvo exclusivamente por la inestabilidad política de Chile el 2019, pero vendrán otras oportunidades. Mucha gente te dice que es mejor producir cosas afuera, pero siempre he querido que se produzca mucho fierro en Chile, que no se use solo cabeza. He sido muy persistente en lograr que la industria chilena produzca sus propios dispositivos. Es un orgullo que un disipador de 100 toneladas hecho en Chile esté en el edificio más alto de Nueva Zelanda. Ese sueño para mí es muy importante.
–A pesar de esto, ¿han tenido buenas cifras de crecimiento?
–Sirve sigue siendo muy dependiente de la economía chilena, que es algo que a mí me gustaría que cambiara. Factura entre $ 6.000 millones y $ 5.000 millones, en los años buenos. No hay un crecimiento muy sustantivo, en estos últimos tres o cuatros años ha sido plano. Tiene que ver con la capacidad humana, nos cuesta mucho escalar el equipo porque es muy especializado.
Las innovaciones
–¿Cómo funciona el aislamiento sísimico?
–Es una técnica bien radical, te corta al edificio del suelo, que está anclado a través de las fundaciones, entonces toda la carga en un terremoto se transmite desde el suelo al edificio. Esto te rompe ese aferramiento y si el suelo se mueve es como si el edificio patinara en una cancha de hielo, pero verticalmente no se produce ningún efecto distinto de cómo estaba originalmente.
–¿Y la disipación de energía?
–Es parecido a los amortiguadores clásicos de una moto o auto. Conectas dos puntos de una estructura a un elemento que absorbe energía producto de un movimiento y la disipa en calor. Hay una serie de técnicas o dispositivos que te dan esa capacidad y en eso seguimos investigando hasta hoy. Hemos llegado incluso a querer controlar el movimiento del edificio durante el mismo terremoto, para reducir al máximo las deformaciones de la estructura.
–¿Siguen desarrollando nuevas tecnologías?
–El aislamiento sísmico ha penetrado mucho, porque el efecto es gigante. Reduce el impacto ocho o diez veces, es pasar de un país sísmico a uno que no lo es. Nos hemos enfocado en bajar el costo, para que alcancen a todo tipo de estructuras y no solo las que son más caras. Somos una de las pocas empresas que mantiene un área interna de I + D (Investigación y Desarrollo), que es carísimo. Si no te ganas proyectos especiales es imposible y Corfo ha sido importante en eso.
–Sirve trabajó en viviendas sociales, ¿han avanzado en eso?
–Se ha desarrollado poco, ha sido una prédica constante durante mucho tiempo para convencer a las autoridades que es un esfuerzo que vale la pena. Es maravilloso, porque puedes tener una vivienda social que tiene el mismo nivel de seguridad que la Torre Titanium y a un costo que fuimos capaces de manejar con los precios convencionales de viviendas sociales.
–¿Y por qué se estanca?
–Estos organismos tienen procesos muy estandarizados y les cuesta muchísimo hacer innovaciones. Es triste, pero si uno insiste e insiste, va entrando de a poco. Yo creo que, honestamente, hoy está todo para que realmente se pueda construir vivienda social con un nivel de seguridad completamente distinto al que se ha hecho en el pasado y a costo razonable.